Llevar a un ser en mi interior,
traerlo a este mundo y acompañarlo en su crecimiento pueden considerarse
momentos únicos en la vida y es lo más mágico y maravilloso que me ha podido
suceder. Además no sólo nace un hijo sino que también nace una madre, un padre
y una familia. Convertirse en madre, convertirse en padre es redescubrirse cada
día, cada minuto es una oportunidad de crecimiento personal.
En estos momentos me encuentro
como en una nube, no se ni cómo estoy escribiendo estas humildes letras, porque
no tengo tiempo para nada, y cuándo digo nada es “NADA” con mayúsculas. Mi vida
es un poco caos en estos momentos, no tengo horario fijo para dormir, ni para ducharme,
ni para comer, ni para salir… Mi vida se va sobrellevando sola, minuto a
minuto, instante a instante, lo que va surgiendo voy haciendo, sin más. Lo que
son las cosas, porque yo soy una persona muy planificada, y me gusta tenerlo
todo previsto, todo planeado, y en estos momentos que estoy viviendo es
totalmente imposible.
Ciertamente, en esta etapa de la
vida se producen muchos cambios psicológicos: lo mismo sientes alegría,
euforia, que sientes miedo, inseguridad, dudas, cansancio… Pero esta etapa es
así, y también tiene su encanto. Cada momento que pasa es un instante que ya no
volverá a repetirse, por lo tanto hay que disfrutar de él al máximo.
Cada visita viene con una
historia nueva, ofreciéndote su experiencia personal, como un libro que abres y
nunca sabes lo que te ofrecerá. Lo mismo sucedía con aquellos hombres que antiguamente relataban su
experiencia en la mili una y otra vez, incansablemente, pues cada mujer te
cuenta su parto o su experiencia con el bebé como si lo estuviera viviendo en
ese momento: “Yo a mi niño le daba esto, o
lo otro, dale manzanilla, o agua, ponlo boca abajo, yo lo ponía así o asao…”, es algo
irremediable.
Realmente se hace necesario
convertirnos en “esponjas” para absorber tanta información, pero lo más
importante es conocer dónde está el límite y al fin y al cabo, escucharnos a
nosotras mismas y hacer lo que realmente creamos oportuno, todo el mundo tiene
derecho a decidir lo que es mejor o peor, a equivocarse y escribir el libro de
su propia experiencia.
Tenemos que reconocer que
necesitamos de la experiencia de otras personas, pero que también tenemos la
necesidad de vivir nuestra propia historia a nuestra manera, de labrar nuestra
propia tierra, como nos plazca, y sentirnos realizadas.
En fin, llega la hora de despedirme
porque me esperan numerosas tareas cotidianas que no pueden hacerse esperar,
como por ejemplo dar de mamar que indudablemente es la síntesis de MAMA y AMAR.
Saludos a todos y hasta pronto!!!
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