viernes, 8 de octubre de 2010

QUERIDO ABUELO


Querido Abuelo:

Mañana hace siete años que no te tenemos entre nosotros. Ese fatídico día 10 de octubre de 2003 no lo olvidaré jamás. Parece mentira que ya hayan transcurrido siete años, es increíble, con lo reciente que está ese momento en mi mente. Siete años en los que no ha pasado ni un sólo día, ni uno, en los que no te haya recordado.

Cómo olvidar a una buena persona o a una persona buena en todos los sentidos, como eras tú, abuelo.

Fuiste un buen hijo, hermano, padre, suegro, y el mejor abuelo que cualquiera pueda desear. Siempre discreto, prudente, sosegado, siempre en tu sitio, sin tomar carta en ningún asunto ajeno, amable... podría seguir añadiendo adjetivos sin fin.

Todos los días doy gracias a Dios por haberte conocido, por haber tenido la virtud de haberte tenido de abuelo, de haber vivido contigo.

Recuerdo cuando alguna de nosotras llegábamos de madrugada los fines de semana y tú ya te habías levantado y estabas sentado en tu sillón envuelto en el humo de tus purillos, haciendo palomitas con hojas de los periódicos viejos, y nos mirabas en silencio con una media sonrisa haciendo un gesto moviendo la cabeza de derecha a izquierda, y jamás contaste nada a mis padres, ni nos reñiste a nosotras, era como nuestro "secretillo".

Recuerdo cómo, cuando era una niña y me llevabas a algún lado, me agarrabas la mano con todas tus fuerzas y andabas rapidísimo, o por lo menos eso me parecía entonces.

Abuelo, no tuve la oportunidad de despedirme de ti porque te fuiste repentinamente, me hubiera gustado decirte muchas cosas, pero no importa, porque tú lo sabías todo, simplemente con tu gesto observador, tú sabías lo mucho que te quería, lo que te admiraba y respetaba.

Quiero que sepas que vivirás en mi corazón por siempre, te doy las gracias por todo. Adios abuelo, que Dios te tenga en la gloria, seguro que te tiene reservado un buen pedazo de cielo para tí solo, porque ahí es donde estás, de eso no me cabe la menor duda.

PD: Te cuento una cosa abuelo, pero no se lo digas a nadie. Estoy llorando, pero no de tristeza, sino de gratitud por todo lo bueno que nos dejaste. Te quiero muchísimo.